DE INMIGRANTES Y GOBERNANTES EN AMERICA.
J. A. Morasan *
“El 16 de septiembre de 1,620 se embarcaron en el puerto de Plymouth, en un barco llamado Myflower, 101 puritanos. Son los venerados Padres Peregrinos. En noviembre, el Myflower llegó a la punta del cabo Cod y acabaron desembarcando un més más tarde en una pequeña ensenada bautizada casualmente por anteriores exploradores con el nombre del puerto inglés del que ellos habían partido: Plymouth, en lo que más tarde sería el estado de Massachusetts… nombraron gobernador a un tal John Carver.
El hambre y las enfermedades acabaron pronto con él y con la mitad de sus compañeros. El nuevo gobernador sería William Bradford. Las relaciones con los indios de la zona eran amistosas y, gracias a su intervención y ayuda pudieron sobrevivir y obtener su primera cosecha de maíz al año siguiente.
En el otoño de aquel 1621, Bradford instituyó el día de dar gracias al Señor o Thanksgivin para agradecer también la ayuda de los aborígenes. En la comida que se preparó para celebrarlo participaron noventa “indígenas” de la zona.” (La aventura de la Historia, noviembre 2005).
Ni los ingleses, franceses, españoles, portugueses y demás inmigrantes de otras latitudes que hoy pueblan el continente americano (de Alaska a la Patagonia), solicitaron permiso o visa a los aborigenes de estas tierras, ni efectuaron ningún tramite para arribar y establecerse en el continente. Hoy resulta que los nativos americanos y por lo tanto legítimos propietarios de estas tierras, son “inmigrantes ilegales”, siendo objeto de persecución, ataques y humillaciones por parte de grupos ignorantes, fanáticos y racistas minoritarios, que incluso se han dado a la tarea de cazar inmigrantes en la frontera sur, coronado con el encarcelamiento y deportación impulsados por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos.
Coviene destacar que entre los moviles o causas que obligan a mucha gente a emigrar figuran principalmente la persecución politica de que son objeto por razones politico ideologicas en sus respectivos paises, la falta de oportunidades y penurias economicas ocasionadas por la implantación del esquema neoliberal orientado a facilitar abundante mano de obra barata y la cronica pobreza extrema derivada del saqueo de que han sido victimas los paises “atrasados del tercer mundo” por los “civilizados del primer mundo”, magnificado por la ingerencia de los gobiernos de Estados Unidos y otros, en la politica interna de esos paises.
La persecución y consiguiente deportación de inmigrantes indocumentados en el marco de la política de seguridad, de larga data -no solo al interior de los Estados Unidos, sino sobre América Latina- los procedimientos aplicados y las implicaciones sobre los afectados, no solo violan sus derechos fundamentales, sino que constituyen además, como muchas personas y miembros de organismos nacionales e internacionales lo han denunciado, una forma de terror impulsada por esos gobiernos contra personas honradas que contribuyen con su fuerza de trabajo al crecimiento económico de este país, por salarios inferiores a los que perciben los nacionales y que pagan puntualmente sus impuestos sin recibir prestación alguna del Estado. Y ni hablar de la explotacion de que son objeto los empleados de restaurantes y otros que dependen unicamente de las propinas.
Ello contradice una de las promesas de campana del senor Obama, que cada dia da la impresión de estar haciendo todo lo contrario de lo que prometio.
Al respecto, la revista norteamericana The Nation, emblema del progresismo crítico del país, pidió su opinión a diversos activistas, profesores universitarios, escritores y periodistas sobre lo mejor y lo peor del primer año de Barack Obama, he aquí algunas respuestas:
“Howard Zinn, historiador estadounidense, autor de: La Otra Historia de Estados Unidos. Me he esforzado mucho en buscar lo mejor y más destacado. Lo único que se le acerca es algo de la retórica de Obama; no veo nada que me llame la atención en sus acciones y medidas políticas.
Por lo que toca a los desengaños, no he quedado terriblemente decepcionado porque no era mucho lo que yo esperaba. Esperaba que fuera un presidente demócrata tradicional. En política exterior, eso apenas supone diferencia en comparación con uno republicano: igual de nacionalista, expansionista, imperial y belicista. Así que, en ese terreno, ni tenía expectativas ni hubo decepción. En política interior, los presidentes tradicionalmente demócratas son más reformistas, más cercanos al movimiento sindical, más dispuestos a aprobar una legislación destinada a la gente del común, y así ha sido en el caso de Obama. Pero las reformas demócratas también han sido limitadas, precavidas.
Obama no es ninguna excepción. En la atención sanitaria, comenzó con un arreglo de compromiso, y cuando comienzas con un compromiso, acabas en un compromiso de un compromiso, que es donde hoy nos encontramos.
Creía que en el terreno de los derechos constitucionales sería mejor de lo que ha sido. Esa es la mayor decepción, porque Obama asistió a la Facultad de Derecho de Harvard y se supone que se dedica a los derechos constitucionales. Pero una vez convertido en presidente, no se ve que tome ninguna medida de importancia que le separe de las políticas de Bush. Desde luego, sigue hablando de cerrar Guantánamo, pero todavía trata a los presos allí encerrados como "sospechosos de terrorismo". Ni los han juzgado ni los han declarado culpables. De modo que cuando Obama propone sacar a la gente de Guantánamo y meterla en otras cárceles, no es que esté llevando muy lejos la causa de los derechos constitucionales. Y luego va a los tribunales argumentando en favor de la detención preventiva, y ha continuado la política de enviar sospechosos a otros países en los que bien puede ser que se vean sometidos a torturas.
Creo que la gente está deslumbrada por la retórica de Obama, y que deberían empezar a comprender que Obama va ser un presidente mediocre -- lo que en nuestra época quiere decir un presidente peligroso --, a menos que un movimiento a escala nacional le impulse a seguir otro rumbo mejor.
Eduardo Galeano. escritor uruguayo. Lo mejor ha sido su encarnación de la lucha contra el racismo, todavía vivo tras la prolongada batalla por los derechos civiles, y su plan de reforma de la atención sanitaria.
Las decepciones más hondas: - Guantánamo, una desgracia universal.
- Afganistán, un cáliz envenenado, aceptado y celebrado.
- Su aumento del presupuesto de guerra, todavía llamado, quién sabe por que presupuesto de defensa.
- Su falta de respuesta ante el cambio climático y su respuesta de "sí, señor" a Wall Street, una contradicción perfectamente captada en un cartel colgado fuera de la Conferencia de Copenhague: "Si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado".
- Dar luz verde a los autores del golpe militar en Honduras, traicionando las esperanzas de los latinos después de un siglo y medio de golpes de factura norteamericana contra la democracia en nombre de la democracia.
- Sus últimos discursos loando la guerra, sus himnos a las carnicerías aún en curso por el petróleo o por la sagrada causa de gobiernos chantajistas, tan absolutamente divorciados de las vivas palabras que le llevaron al lugar en el que ahora está.
- No sé. Quizás Barack Obama esté prisionero. El prisionero más poderoso del mundo. Y quizás no pueda darse cuenta. Hay tanta gente que está en la cárcel.
Ariel Dorfman, escritor chileno-estadounidense. Seguramente, aunque no hubiera condiciones para transformaciones profundas y radicales, podíamos haberlo hecho mejor. Estoy absolutamente decepcionado en política exterior, no por Afganistán (ya me esperaba un refuerzo de alguna clase, por desastroso que fuera) sino por la penosa gestión del golpe de Honduras, una oportunidad perdida de haber garantizado que esas aventuras eran cosa del pasado. Lo mejor en el plano internacional: Irán no ha sido bombardeado (todavía), se canceló el escudo antimisiles en Polonia y no se desplegó el radar de la República Checa. Y el discurso de Obama en El Cairo fue inspirador. ¡Todavía importan las palabras!
En el plano nacional, puede que lo mejor haya estado en el rechazo del bombardero F-22, sus iniciativas energéticas y toda la gente (insuficiente, pero cada uno de ellos tiene su importancia) que está trabajando gracias a sus medidas de estímulo [de la economía]. Me sentí consternado por la facilidad con la que se sacrificó a Van Jones,[1] no sólo porque nos hace falta gente estupenda como él en la Casa Blanca sino porque resulta sintomático de la falta de liderazgo y espíritu de lucha en asuntos que ya son demasiados, y de los que el más destacado es la atención sanitaria.
Y por último: le envié una carta abierta a Obama (por intermedio de Amnistía Internacional) pidiéndole que llevara ante la justicia a los que ordenaron torturar en nombre de Norteamérica, y hasta ahora no he tenido respuesta. ¡La ausencia de palabras también tiene su importancia!
Chris Bowers, bloguero, OpenLeft.com. La principal esperanza depositada en cualquier gobierno es que se ponga del lado del pueblo norteamericano en la lucha contra los corporativistas que nos roban los bolsillos. Durante 2009, Obama pasó de un bando a otro según los momentos, lo que vino a ser lo peor y lo mejor de su primer año.
El ejemplo más negativo se produjo a mediados de diciembre, cuando los demócratas del Senado acordaron aceptar Medicare para los norteamericanos con edades entre 55 y 64 años, como compromiso de un compromiso en la gran contienda sobre la opción de un seguro de salud pública.
Joe Lieberman, que había propuesto él mismo la idea sólo tres meses antes, cambió de bando y actuó de modo obstruccionista. Luego, ese mismo día, la Casa Blanca presionó al Senado para que se pusiera del lado de Lieberman y el sector de seguros sanitarios, consiguiendo que la parte relativa a Medicare desapareciera del proyecto de ley.
En octubre, sin embargo, las personas designadas por Obama para la FCC [Comisión Federal de Comunicaciones] comenzaron a elaborar regulaciones tendentes a garantizar la neutralidad en la red, después de que el Congreso se negara a frenar a las compañías de comunicaciones en su intento de controlar la libertad de palabra en Internet. Además, en diciembre, la EPA [Agencia de Protección Ambiental] de Obama comenzó a elaborar una reglamentación para reducir las emisiones de los seis gases de invernadero más peligrosos frente a la inacción del Senado. Esta nueva reglamentación sorteará al Congreso y a sus cabilderos empresariales.
Tal vez no sean más que atisbos de esperanza, pero al menos en dos ocasiones la administración de Obama utilizó su autoridad para rebasar a un Congreso favorable a la plutocracia. Esos momentos fueron lo mejor, políticamente hablando, de 2009.
Adolph Reed, profesor de
En el año 2007, Matt Taibbi le describió como "un misterio humano ingeniosamente confeccionado, un hombre sin raza, sin ideología ni lealtades geográficas, sin bordes afilados de ninguna clase. No puedes enfrentarte a él en cuestiones clave, porque no sabes siquiera dónde ubicarlo en el espectro ideológico".
En el año 2006, Ken Silverstein hizo notar las sólidas conexiones de Obama con la industria financiera. Glen Ford, Paul Street y muchos otros han puesto de relieve éstas y otras perturbadoras conexiones, sin olvidar su inclinación a apoyar a candidatos demócratas más conservadores en contra de otros más liberales.
Obama indicó ya en el verano de 2007 que tenía intención, caso de ser elegido, de extender la guerra de Afganistán a Pakistán.
La única sorpresa respecto a su presidencia es cuantos izquierdistas de pega se aferran a la ficción de que es otra cosa distinta de un demócrata neoliberal superficialmente elocuente del género de Clinton y que su administración va a actuar de alguna otra manera.
Marcia Angell, profesora, Harvard Medical School. El mayor éxito del presidente Obama ha consistido en mostrar al resto del mundo un nuevo rostro de entendimiento y cooperación. Con todo, me cuento entre las decepcionadas en su primer año. Parece que le falta valor para impulsar las reformas fundamentales necesarias para enfrentarse a los enormes problemas que tenemos, y en cambio tranquiliza a las mismas fuerzas que nos llevaron a ese desaguisado. Al nombrar a Geithner y Summers [responsables de la gestión económica], por ejemplo, aseguró el rescate de Wall Street, no el de la Calle Mayor (Main Street) de todos. Para mayor disgusto, amplió la política de Bush de detener por periodo indefinido a ciertos sospechosos de terrorismo y va camino de ampliar la autodestructiva guerra de Afganistán.
Por lo que respecta a la atención sanitaria, que es mi especialidad, el proyecto de ley de reforma que Obama está improvisando sigue dando equivocadamente un papel central a las compañías de seguros privadas y exige que millones de personas compren sus productos al precio que fijen. Cierto es que algunas de las prácticas más discriminatorias quedarían fuera de la ley, pero si eso se suma a sus costes, pueden recurrir sencillamente a subir las primas. La industria farmacéutica también puede seguir cobrando lo que quiera. Si el proyecto se aplica íntegramente (lo que dudo), puede frenar el aumento del gasto sanitario gubernamental, que es lo único que le preocupa a la Oficina Presupuestaria del Congreso, pero seguramente hará que se incremente la inflación en el resto del sistema. Obama sabe que un sistema de un solo pagador es la única forma de proporcionar atención sanitaria universal controlando los costes, pero se mostró remiso a prestarle todo su apoyo. Tal parece que todo lo que quiere ahora es el triunfo de conseguir aprobar una ley sanitaria: cualquiera, por insostenible que sea.
Mi momento de decepción más profundo se produjo cuando la administración dio su apoyo a la prohibición de comprar medicamentos a menor precio en Canadá y Europa. Durante su campaña, Obama prometió poner fin a esta absurda restricción, pero se está poniendo del lado de la industria farmacéutica.
No basta con entender lo que hay que hacer; el presidente ha de estar dispuesto a luchar por ello y, sí, también, a correr riesgos.
Antonio González, William C. Velasquez Institute[2]. Nombrar a la primera latina/o para el Tribunal Supremo fue definitivamente lo mejor del primer año de Barack Obama en su cargo. Tan importante en lo simbólico como en lo substancial, el nombramiento de Sonia Sotomayor resonará en años venideros en la conciencia de latinas y latinos, que durante tanto tiempo anhelaron ese bien tan raro de encontrar en la sociedad norteamericana: el respeto. Además, y lo que es quizás más importante, la juez Sotomayor añadira una perspectiva de sentido común, étnicamente consciente, al más alto tribunal "desconectado" del país.
El momento más bajo del primer año de Obama, también evidente, es la continuada demora en el impulso necesario para hacer justicia a doce millones de "criados con contrato de esclavo" que viven entre nosotros. Habiéndose comprometido a una reforma de la inmigración que "incluya la legalización" en los primeros cien días de Obama, la administración relegó esa promesa al "primer año" y ahora a la primavera de 2010. Sólo que, por repetir el conocido lema de la época de los derechos civiles: "justicia demorada, justicia denegada".
Hasta los dirigentes demócratas latinos más leales saben que encararse con las manos vacías a los votantes latinos en esta cuestión prioritaria en noviembre [fecha de las próximas legislativas] supone una propuesta arriesgada.
Glenn. C. Loury, profesor de Brown University. Desde donde yo estoy, lo mejor de la joven administración del presidente Obama fue su jornada inaugural. Muchas cosas parecieron posibles ese día glorioso, pero han ido cuesta abajo desde entonces. Daría la impresión de que es más fácil inspirar esperanza que justificarla. Y esos discursos tan elocuentes sobre el cambio durante la histórica y eufórica campaña parece que eran precisamente lo que los detractores del candidato decían: nada más que palabras.
En concreto, mis esperanzas se cifraban en que elevar a un demócrata progresista afroamericano al mayor cargo de la nación lograría dos cosas: contribuir a alcanzar un compromiso efectivo con los problemas por resolver de la desigualdad racial, y empezar a dar la vuelta en nuestra larga marcha de cabeza a una Guerra de los Cien Años con el Islam radical. No esperaba que sucediera de la noche a la mañana, pero sí ver algún movimiento en esa dirección. Esta administración ha mostrado escasa inclinación a hacer cualquiera de ambas cosas, lo que es bastante decepcionante. Pero peor --bastante peor-- es la probabilidad de que el fracaso de Obama incluso a la hora de intentar estos cambios desacredite la idea de que son objetivos dignos de cualquier demócrata.
Obama ha dicho poco de substancia sobre la desigualdad racial desde que se mudó al Despacho Oval, y lo que ha dicho deja mucho que desear. Su discurso ante la convención del NAACP fue un refrito de su homilia ya familiar sobre los "valores familiares". Sus comentarios sobre la detención de un profesor negro de Harvard [Cornel West] fueron horriblemente torpes. Nuestro presidente negro parece dispuesto a dirigirse con pasión a la opinión pública norteamericana sobre la cuestión racial cuando su "amigo" es maltratado por la policía, pero no si eso quiere decir poner el acento en reformas políticas que podrían sacar de la cárcel a decenas de miles de atribulados hombres negros.
Por lo que respecta al nuevo militarismo norteamericano, Obama no ha cambiado realmente nada del rumbo que seguimos. Desde luego, y ya es irónico, su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz en Oslo trató de justificar la hegemonía militar norteamericana como condición previa necesaria de la seguridad y prosperidad globales de la segunda mitad del siglo XX. Su comportamiento en la "guerra contra el terror" y, lo que es más preocupante, su recrudecimiento de nuestra implicación en la guerra civil de Afganistán recuerda de modo inquietante el enfoque de su inmediato predecesor.
Esto no supone cambio de ninguna clase, y no digamos ya una clase de cambio en el que podamos creer.”
[1] Van Jones, abogado y activista, fue nombrado por Obama en marzo de 2009 Consejero de la Casa Blanca para la Calidad Medioambiental. En septiembre de 2009 dimitió tras una campaña de acoso por parte de los republicanos debido a unas declaraciones aparentemente polémicas.
[2] William C. Velásquez Institute (WCVI) es un organismo independiente sin ánimo de lucro que desde 1985 se ocupa de investigar y promver la participación económica y política de los latinos y otras comunidades infrarrepresentadas en los Estados Unidos
* J. A. Morasan, Lic. En Relaciones Internacionales, autor del libro:
Ni neoliberalismo ni mas muerte ‘solo revolucion’.
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