Continuación del tema: La politica.
Por cortesia del Lic. José Ramiro Velasco, de su
blog Dichos y hechos, compartimos el articulo siguiente:
UNA MADEJA DE ENTUERTOS
EN TORNO A LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALVADOREÑA
La Corte Suprema de
Justicia salvadoreña ha sido tradicionalmente la cenicienta de los tres órganos
fundamentales del estado. Y entre las fallas de origen de tal condición está la
limitada legitimidad de los magistrados que la componen.
Hasta 1992, los
magistrados de la Corte, según la Constitución, eran elegidos directamente por el Presidente
de la República quien a su criterio nombraba a los miembros del llamado Poder
Judicial.
Sabemos por la historia
salvadoreña que muchos Presidentes desde la Tercera Junta Revolucionaria de
Gobierno (1980) para atrás, no tenían una verdadera legitimidad; pues muchos de ellos fueron el efecto no de
la voluntad popular, sino en la mayoría de casos, de la voluntad del partido o
del grupo o estamento que los nombraba.
La mayor limitación en
ese tipo de elección presidencial, era que muchos magistrados no eran elegidos
por su capacidad y honorabilidad, sino
por criterios políticos o de compadrazgo con el gobernante de turno. Aunque
como toda regla tiene su excepción, se debe reconocer que también hubo
magistrados honorables, a lo largo del siglo veinte que cumplieron a cabalidad
su cometido.
Con los Acuerdos de Paz
de 1992, mediante la negociación efectuada entre el FMLN histórico (muy
diferente al actual) y las fuerzas conservadoras del país representadas en el
gobierno de la época, la Constitución de la República fue reformada para
establecer una nueva forma de elegir a los magistrados de la Corte Suprema de
Justicia.
En el artículo 173, se
estableció que serán elegidos por la Asamblea Legislativa, su número será establecido
por la ley y uno de ellos será el presidente. Y que tanto la elección de los
magistrados como su destitución, se tomará con el voto favorable de por lo
menos dos tercios de los diputados electos.
En el artículo 186 de
la Constitución, se estableció además que los magistrados durarán en su cargo 9
años, podrán ser reelegidos y se
renovarán por terceras partes cada tres años.
Como explica muy bien
la Lic. Elsa Elizabeth Fuentes, en el siguiente sitio de ADESA,
http://adesaelsalvador.blogspot.com/2012/05/inconstitucional-eleccion-de.html
La primera elección de
magistrados, después de los Acuerdos de Paz, se realizó en 1994. En aquel año,
la Asamblea Legislativa eligió de manera excepcional 15 magistrados
propietarios y suplentes, 5 de ellos con duración de tres años, otros 5 con
duración de seis y los 5 restantes con duración de nueve años.
En la elección de 1997,
se debía nombrar a magistrados con una duración de nueve años y renovar la
tercera parte que terminaba su período de tres años, y así se hizo. Pero
para el año 2003, se comenzó a tener las
primeras dificultades, pues se introdujo cambios en el mecanismo de designación
y los señores diputados respondiendo más a la coyuntura del momento, no
siguieron el mecanismo establecido.
La Asamblea debió haber
escogido en el 2003, a los dos magistrados que formarían parte de la Sala de lo
Constitucional y en el 2006 al nuevo
integrante de dicha Sala.
En vez de ello, en el
mismo 2003, la Asamblea completó la Sala de lo Constitucional con magistrados de
otras salas y magistrados elegidos para la Sala de lo Constitucional fueron
trasladados; y en el 2006 trasladaron a
otro que había sido nombrado en el 2003.
Lo anterior, alteró el
orden planificado en la elección de 1994 y condujo a la Asamblea a posteriores
ajustes para nombrar a los miembros de la Sala de lo Constitucional.
Belarmino Jaime fue
elegido en el 2009, como Presidente de la Sala de lo Constitucional y Sidney
Blanco, Rodolfo González y Florentín Meléndez fueron designados por la Asamblea
Legislativa para cubrir los cuatro puestos vacantes que dejaron los magistrados
de la Sala de lo Constitucional que finalizaron su período en 2009.
Los nuevos magistrados
de la Sala de lo Constitucional comenzaron a tomar en serio las demandas de
inconstitucionalidad que les fueron presentadas y dieron sentencias que no
fueron del agrado de los partidos políticos representados en la Asamblea y
hasta del mismo Presidente de la República.
Ante una guerra no
declarada contra la Sala de lo Constitucional,
la Asamblea Legislativa comenzó a manipular la elección de magistrados y hasta planteó la
posibilidad de destituir a los magistrados de aquella Sala.
En abril de 2012 la
misma Asamblea 2009- 2012 que ya había elegido magistrados en el año 2009,
eligió nuevos magistrados, lo que fue declarado inconstitucional el 6 de junio
por la Sala de lo Constitucional por incumplir lo establecido en la
Constitución. La Sala, también declaró inconstitucional la elección de los 5
magistrados que fue hecha en el 2006, por haber sido electos también por una
misma legislatura.
Ante tal sentencia, los
diputados del FMLN, GANA, CN y PES,
desobedeciendo la sentencia,
recurrieron a la Corte Centroamericana de Justicia y llamaron a los nuevos diputados electos a
tomar posesión.
La Sala de lo
Constitucional declaró inaplicable por inconstitucional la resolución de la
Corte Centroamericana de Justicia que pretendió suspender la sentencia emitida
por la misma Sala de lo Constitucional.
Pero las cosas no
terminaron ahí. La división de los dos poderes, legislativo y judicial, se
agudizó por una parte, al tomar partido
el Presidente de la República en apoyo de los diputados desobedientes y sus
partidos, perdiéndose la oportunidad de haber servido como estadista en una
intermediación del conflicto; y por otra, la posición de respeto a la norma
constitucional que aglutinó a sectores de derecha como el partido ARENA y
grupos empresariales; pero también, a una variada cantidad de instituciones de
la sociedad civil agrupaciones de jóvenes, universidades, asociaciones de
abogados, la Conferencia Episcopal y organismos internacionales como Naciones
Unidas.
A la fecha, el país
cuenta con dos Cortes Supremas de Justicia instaladas. La una, conformada por
los 4 magistrados de la sala de lo Constitucional cuyo período de elección está
vigente y 4 suplentes; la otra, dirigida por el nuevo presidente Ovidio
Bonilla, nombrado por los diputados desobedientes de la Asamblea Legislativa,
más 4 magistrados de la generación 2012 y
cinco de la generación 2006.
La interminable
medición de fuerzas de los dos bandos políticos tradicionales que han
polarizado el escenario político salvadoreño en los últimos veinte años, ARENA
y el FMLN, han aprovechado la situación para llevar agua a su molino. Los
primeros, apareciendo como adalides del respeto a la constitución, olvidando
que ellos han actuado de la misma manera en el pasado; y los segundos, defendiendo de la manera más
obcecada sus intereses de poder, junto a sus compañeros de ocasión, los otros
partidos de derecha que no tienen ninguna solvencia ética y que han sido
expertos en triquiñuelas políticas.
Al momento las cosas
lejos de mejorar se complican más, pues han comenzado a aparecer las presiones
políticas foráneas con consecuencias todavía insospechadas para el pueblo
salvadoreño.
El desenlace de esta
verdadera tragicomedia está por verse. De no llegar a una solución por los
medios razonables y pacíficos, habrá que esperar los tetuntazos, los gases
lacrimógenos o la presión externa de fuerzas con mayor poder real sobre nuestra
atrasada sociedad.
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